PENETRACION

1. Penetración. Filomeno Hernández

La penetración en las relaciones sexuales entre personas del mismo sexo no es una práctica necesaria en absoluto y, menos aún, debe ser obligatoria.

Lo que se pretende con este enunciado es que nos paremos a cuestionar el papel que tiene esta práctica en nuestras relaciones sexuales. Si cogemos como referencia el modelo de sexualidad patriarcal parece imprescindible que para que haya una relación sexual se debe dar el coito.

Desde una perspectiva estrictamente biologicista, el fin único de la sexualidad es la reproducción.

Esta óptica, que es la utilizada por todas las religiones patriarcales  y que, curiosamente, es la que considera el comportamiento sexual humano idéntico al del resto de las especies animales, no ve más allá del coito.

En el imaginario masculino heterosexual parece imprescindible que se meta algo en algún sitio. En las relaciones entre mujeres no se concibe que pueda haber relación si no se introduce un sustituto del falo y en las relaciones entre hombres uno debe ser el que la mete y otro el receptor.

Como ejemplo de esta visión, resulta curioso un capítulo recogido en el libro de Arturo Arnalte “Redada de violetas” sobre la represión sufrida por las personas homosexuales durante el franquismo. En un apartado se refleja el estupor de un estudioso de la homosexualidad de la época al ver cómo los homosexuales masculinos, segregados en cárceles diferentes según fuesen considerados pasivos o activos, transmutaban su condición para así poder fornicar.

Esta estupefacción tiene que ver con una visión coital de la relación sexual; no teniendo en cuenta tampoco, algo fundamental: Lo que define la orientación sexual es el sujeto de deseo, no la práctica concreta.

Si abandonamos este modelo y nos acercamos desde la mirada de la sexología moderna las cosas cambian.

Desde su punto de vista, la sexualidad abarca mucho más que el hecho reproductivo; es una parte de la personalidad y, como tal, tiene tres dimensiones que interactúan creando una unidad:
                                                   Dimensión bio-psico-social.

La sexología define tres aspectos desde los cuales abordar el hecho sexual: los aspectos reproductores, los aspectos placenteros y los aspectos de comunicación.

Las dimensiones psicológica y social están mediatizadas por la cultura y tiene como objeto el placer y la comunicación. Para el desarrollo de estas dos dimensiones, el coito no es, necesariamente, el mejor medio.

Para el desarrollo de la vertiente psicológica, que se refiere a descubrir que es aquello que nos proporciona satisfacción a nivel sensorial, habría un amplio espectro de medios relacionados con el mundo de las sensaciones, emociones, fantasías,…

Para la comunicación, lo preciso es que exista un código común entre las personas que se están relacionando que permita el entendimiento y el intercambio.

Desde este planteamiento, la penetración no es imprescindible en las relaciones sexuales que no tiene como fin la reproducción. Muchas veces supone, únicamente, repetir el esquema heterosexual patriarcal biologicista.

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