SEXO COMPULSIVO

En la película “Shame“ de Steve McQueen, la compulsión sexual se convierte en una salida a la represión emocional y afectiva. El sexo se vive de una forma sucia, desligado del afecto, el contacto, el cariño y el amor; de una forma desconectada de la propia vida que responde a un impulso irrefrenable que no se puede controlar y provoca culpa y vergüenza una vez satisfecho.

La compulsión define una forma de actuar de una persona que presenta una conducta adictiva u obsesiva, presentando gran dificultad o imposibilidad de resistirse ante una determinada situación subyugante. La compulsión puede dirigirse a muchos aspectos de la vida: compras, comida, sexo y otras aficiones.

El perfil de quien actúa compulsivamente puede ser una persona que soporta mucha angustia reprimida y utiliza la compulsión como forma de liberar tensión, alguien que busca y/o necesita mucha estimulación, que no soporta ninguna frustración que le aleje de su deseo (querer-deber), que tiene poca estimulación de su vida y la compensa con la compulsión elegida.

La compulsión también aparece como parte del trastorno obsesivo-compulsivo (TOC). La obsesión sería la parte mental del trastorno, no poder dejar de pensar en algo; y la compulsión tendrá que ver con la parte comportamental, la acción con la que se pretende frenar la obsesión.

La conducta está diseñada para producir o evitar algún acontecimiento temido, relacionado con las ideas, pensamientos o imágenes obsesivas en cuestión, por lo que su realización reduce la ansiedad provocada por éstas.

Para salir del bucle obsesivo la persona tiene que hacer algo: muchas veces es un ritual concreto que le ayude a frenar, repetir acciones u ordenar; otras es comprar, rezar, comer, tener sexo, o seguir una rutina que le tranquiliza. Este gesto tiene un efecto balsámico temporal, ya que aunque provoca esa sensación de control que la persona necesita para calmar su angustia, a nivel racional es consciente de la falta de sentido de su acción.

Aterrizando ya en la compulsión concreta que nos ocupa, se habla de sexo compulsivo cuando las conductas sexuales se convierten en un elemento esencial en torno al cual gira la vida, son difíciles de controlar y son disruptivas o perjudiciales para la persona o para los demás.

Se puede intuir que la vida sexual no fluye cuando se utiliza el sexo para escapar de otros problemas como soledad, depresión, ansiedad o estrés. Cuando se ha intentado controlar y reducir las fantasías, impulsos y conductas sexuales sin éxito. Existen prácticas que pueden contener consecuencias graves, como contraer o contagiar una infección de trasmisión sexual, pérdida de relaciones importantes, problemas en el trabajo o legales y, en general, cuando la persona tiene dificultad para mantener relaciones serenas, con afecto y estables.

Cuando la persona sucumbe ante relaciones sexuales porque no tiene capacidad de controlarse le provocan remordimiento y culpa tras la liberación tensional que supone el orgasmo. La razón está en que, al igual que sucede con otras adicciones, la persona no es libre de decidir sus acciones, sino que es el conflicto interno el que le arrastra.

Cuando la decisión de tener sexo, en cualquier modalidad, tomar drogas o lo que sea no entra en conflicto con los valores o deseos del que desarrolla la acción no suelen aparecer remordimientos, ni vergüenza, ni culpa. No entraríamos en un cuestionamiento de cuánto, cómo ni dónde se debe tener sexo, sino de la capacidad de control que la persona tiene sobre vida sexual; en la conducta compulsiva es ésta la que controla a la persona.

Parece obvio que, en general, sea por razones biológicas o culturales, los varones dedican más tiempo al sexo que las mujeres, de ahí que el sexo como conducta compulsiva sea más habitual en hombres que en mujeres.

En general, el varón, sea homosexual o heterosexual, lo tiene mucho más presente en su mente, dedica más tiempo a las relaciones sexuales, le es menos problemático que a la mujer tener sexo sin relación afectiva, practica un sexo más genital dirigido a la rápida consecución del orgasmo, estando más abierto a tener contacto sexual sin ningún tipo de compromiso con la persona o personas con las que tiene sexo.

Puede suceder que la persona sufra de mucha ansiedad y sea a través del orgasmo la única manera de aliviar la tensión. Esta forma de relajación, tanto solo como en compañía, se puede convertir en problemática si interfiere demasiado en la vida de la persona.

Para intervenir en la compulsión deberíamos atender dos aspectos, por una parte actuar sobre el síntoma que en este caso consistiría en buscar más formas de relajación: deporte, yoga baile, canto, pasear, limpiar,..

A nivel más profundo, como en todos los trastornos relacionados con ansiedad, debemos indagar sobre su origen y causas: una persona muy rígida puede intentar ahogar sus impulsos y estos salen de manera disparada y desordenada, otra puede usar el sexo para tener un contacto afectivo que no sabe buscar de otro modo,..

Aquí plantearía también la conveniencia de poner límite al deseo y al impulso sexual. Dejarse llevar únicamente por el principio de placer provoca un desequilibrio en la persona, es preciso regularlo con el principio de deber.

Como comentaba anteriormente cuando una persona tiene un comportamiento rígido y no se permite conectar con el placer, éste, como el agua, encontrará su forma de expresión que probablemente será patológica como consecuencia de esta censura autoimpuesta.

Pues del mismo modo, actuar desde el otro polo también puede traer consecuencias no deseadas. Cuando la búsqueda de placer se convierte en el único objetivo vital también puede llevar a la deriva (el famoso lema “vive deprisa y muérete joven” suele perder vigencia cuando llega la hora de morirse). La búsqueda de placer puede no tener límites, cada vez es preciso mayor nivel de estimulación para obtener satisfacción, lo cual nos puede llevar a lugares extremos en intensidad que se parezcan más al infierno que al cielo.

Respecto a la “obsesión” por el sexo, recordemos que el deseo es central en la orientación sexual, es lo que moviliza a la persona homosexual a enfrentarse con todo un sistema establecido para poder relacionarse de forma afectiva y sexual con personas de su mismo sexo. Así, podemos entender la gran fuerza del deseo, definido en la parte más profunda, primaria y visceral del cerebro.

La mayoría de las personas homosexuales han tenido que reprimir su deseo. Durante la adolescencia, cuando las hormonas invaden el cerebro y el deseo está en su máximo apogeo, cuando los heterosexuales exploran y comparten sus experiencias, la mayoría de gais y lesbianas sienten vergüenza y culpa, viviendo su deseo en soledad y con la lucha interna de aceptarse y después mostrarse. Cómo no se va a convertir el sexo en una obsesión; de forma y manera que cuando aparece la posibilidad de desarrollarlo eso no tenga fin.

En el caso de hombres gais, se junta la alta sexualización masculina, con la represión que ha actuado como presa de contención del deseo, con que uno empieza a darse permiso para tener sexo con otros hombres; y se encuentra de repente con que una vez pasada la barrera de la represión, su vida sexual puede no tener límites ya que hay muchos hombres que también quieren tener sexo lúdico sin compromiso.

Claro, ante tanta posibilidad de placer es difícil reprimirse. Desde mi experiencia, me permito aconsejar disfrutarlo sin que ello implique poner en riesgo la propia salud ni la ajena. Compartir las experiencias con amistades, hablarlo, vivirlo con naturalidad y transparencia y no como algo sórdido. Tener experiencias sexuales sin que sea imprescindible el uso de sustancias para darse permiso, cuando alguien necesita usar drogas para hacer algo, como por ejemplo ir a una sauna, es porque no se permite hacerlo.

Me parece conveniente vivir experiencias y disfrutar del sexo con libertad y responsabilidad para que no queden demasiadas cosas pendientes. Cuando algo se reprime demasiado ocupa más espacio vital que si se vive con naturalidad. Así podremos no quedarnos atascados patológicamente en lo sexual, disfrutarlo y hacer muchas cosas más.

DEPRESION

La tristeza es un componente habitual del repertorio de emociones del ser humano. Sin embargo, puede dejar de ser esta experiencia emocional conocida por todos y pasar a convertirse en una situación muy grave de desamparo y desapego a la vida.

La depresión puede transcurrir en diferente grado de intensidad; desde un estado de ánimo bajo puntual, un carácter melancólico persistente, a una depresión totalmente incapacitante.

Puede estar determinada por variedad de circunstancias vitales: situaciones traumáticas de la infancia, situaciones de pérdidas o estrés, golpes que afectan a nuestra seguridad y autoestima y/o episodios que nos conectan con la tristeza e impotencia. También está condicionada por diferentes factores psicológicos, genéticos y bioquímicos que hacen que unas personas sean más vulnerables y sensibles que otras a los avatares de la vida.

Es importante aclarar que, sea la causa que fuere, para cada uno de nosotros las manifestaciones son diferentes y el significado que adquiere es netamente individual.

La sintomatología que aparece en la persona que sufre un estado depresivo es diversa, pueden aparecer problemas a nivel físico, psicológico y social. Es habitual encontrar los síntomas que se indican a continuación cursando en diferente grado de intensidad:

Visión pesimista del futuro. Pérdida de interés y desesperanza. Fatiga y pérdida de energía. Baja autoestima. Irritabilidad y mal genio. Tristeza, miedo y culpa. Ansiedad. Ideas frecuentes de fracaso. Ideas hipocondríacas. Dificultad para concentrarse y tomar decisiones. Tendencia a los recuerdos negativos y dificultad para evocar los recuerdos positivos. Alteración de la memoria reciente. Tensión muscular. Desinterés por las relaciones sociales. Pérdida del interés sexual. Pérdida o aumento del apetito. Alteraciones del sueño. Dificultad al respirar. Pensamientos o ideas repetitivas de muerte o suicidio.


TRATAMIENTO DE LA DEPRESIÓN

Lo primero que necesita la persona que está pasando por una depresión es apoyo, escucha activa y contacto empático para ayudarle a reducir la ansiedad. Muchas veces la persona que está atendiendo y cuidando a alguien deprimido se siente frustrada al ver que la persona no recoge sus consejos para salir de la depresión; cuesta aceptar que en ese momento la persona no tiene fuerza para nada y que cualquier pequeña actividad, incluso aquellas que suelen ser gratificantes, le resulta un gran esfuerzo.

La persona siente tristeza y dolor y se da cuenta de ello pero no puede con “la vida”, en ese momento no ve salida a su situación y pierde la fuerza y energía. Se siente impotente.

Chocar con la impotencia supone constatar que los recursos que se utilizan habitualmente para enfrentarse a situaciones de crisis no resultan útiles, darse cuenta que hay cosas que no se puede cambiar. Debe contactar con sus posibilidades reales y límites y poder aceptar la frustración.

La teoría cognitiva de la depresión de Beck plantea que la historia previa de experiencias negativas crea esquemas cognitivos que pueden estar inactivos temporalmente pero que, ante una nueva experiencia, puede entrar en funcionamiento e influir sobre los pensamientos. Siguiendo este planteamiento la intervención iría enfocada a revisar y modificar esa forma errónea de procesar la información. Pudiendo actuar sobre recursos internos como la autoestima, las creencias, compromisos, habilidades sociales,… y externos como el sistema de creencias y valores y el apoyo social y familiar.

La persona tiene que empezar a darse cuenta de cómo hace o no hace en su vida y a dónde le lleva esa forma de actuar. A veces se da una distorsión entre la realidad y lo que se desea que sea real, de manera que cuando no se cumplen sus expectativas se siente decepcionada y se bloquea. Hay que estar muy atentos a las distorsiones cognitivas: desvalorización, autorreproches, culpabilización y su forma de interpretar la información del entorno.

A nivel emocional, en la persona deprimida, además de la tristeza, suele existir un gran sentimiento de culpa por no poder salir de su situación; habitualmente bajo esta culpa hay resentimiento y agresividad no reconocida, reprimida.

Esta agresividad se puede deber a la frustración que provoca un deseo no realizable o a la vivencia de sufrir críticas o reproches. Lo que hace es autoagredirse (retroflexión) quedándose en la depresión en vez de reconocer su enfado y exteriorizarlo. La persona se autoagrede para atenuar la culpa que podría producirle el actuar. Por ello, el paciente deprimido tiene que acabar viendo, reconociendo y expresando su agresividad. El enfado provoca una energetización que ayuda a pasar a la acción. De alguna forma, cuando la solución supone tomar medidas que pueden ser conflictivas, se “elige” la paralización frente a la lucha.

Me gustaría hacer un alto aquí para revisar la adolescencia. El adolescente LGTBI+ se puede encontrar con una gran sensación de soledad y desesperanza, puede no ver salidas a su situación si no encuentra apoyos o afectos. De hecho no podemos olvidar el alto número de suicidios en estas edades en nuestra comunidad.
Por eso, como colectivo, debemos ofrecer anclajes para que las personas que se sienten solas y desesperadas encuentren razones para vivir y tirar hacia delante en esos momentos de dificultad.
Me parece que el activismo y la lucha sirven para dar salida y canalizar de forma positiva toda esa energía atascada.

Para A. Lowen, además de adaptarse a los aspectos negativos de la propia vida, es preciso ampliar el significado de la vida aumentando el placer de vivir, atendiendo los afectos y el amor.

Si tomamos como referencia la polaridad Querer – Deber, veremos que ésta recoge de manera clara el conflicto que se observa en el desarrollo de la depresión.
El querer, que supone conectar con lo que necesito y quiero, con lo que me da placer, es lo que lleva y da sentido a la vida; frente al deber, que nos indica cómo tenemos que hacer las cosas, nos da orden y estructura, hace posible vivir de forma organizada y la convivencia.
Para evitar la depresión es preciso conectar con el placer, con la parte más infantil y disfrutona, con lo que nos agarra a la vida.

Como la depresión está marcada por una pérdida de energía y vitalidad, se hace necesario un trabajo corporal que implique toma de conciencia de las sensaciones y emociones, el movimiento, ejercicios de enraizamiento y respiratorios.

La lectura que se hace desde la bioenergética es que para evitar el temido desbordamiento emocional se provoca una continua e inconsciente tensión muscular que produce una reducción de la vitalidad y movilidad del cuerpo (desenergetización).

La estrategia consiste en profundizar en la respiración y realizar ejercicios para poder desestructurar las corazas, permitiendo liberar y descargar la energía. Por lo tanto, resulta necesario ir al encuentro del cuerpo y ubicar los diferentes niveles de tensión para transformarlos, para dar la posibilidad de sentir y liberar la capacidad de placer para que la persona pueda recuperar su completa vitalidad y bienestar emocional.

La finalidad del trabajo psicológico es conseguir que el paciente comprenda su condición, su significado y su origen; que pueda abrirse a cada uno de sus sentimientos más profundos, para lo cual es precioso ir superando el miedo, la vergüenza y la culpa.

La utilización de psicofármacos (antidepresivos y ansiolíticos) es necesaria cuando la persona está en una fase aguda de la depresión; en este momento un abordaje únicamente psicológico no suele ser efectivo. La medicación, al reducir y aliviar la angustia, permite rescatar las capacidad de elaboración del paciente y así comenzar la psicoterapia.

Del mismo modo que apoyo la utilización de psicofármacos en estados de severos de depresión, también me parece que se tiende a recurrir a ellos demasiado rápido. Creo, que al igual que el resto de drogas ayudan a transitar momentos complicados pero no sirven para desarrollar estrategias de afrontamiento más efectivas a largo plazo y con menos efectos secundarios.

La terapia familiar sistémica está especialmente indicada cuando la depresión parece estar promovida y mantenida por patrones de interacción marital y familiar; es importante resaltar que la persona forma parte de un sistema que puede inducir a la depresión y reforzarla.

VICTIMISMO

Cuando una persona se muestra constantemente desde la parte víctima está desvalorizando su propia capacidad de autocuidado, mostrándose desde su carencia a la espera de ser atendida.

Como ya he comentado en otros artículos, atender a la herida es una parte imprescindible del proceso de sanación. Una persona que ha sufrido durante la infancia (y en general las minorías sexuales sufrimos bastante) debe reconocer ese sufrimiento, entenderlo y darse permiso para dolerse y quejarse, incluso para enfadarse.

Pero este proceso tiene que prescribir u ocupar un lugar menos protagonista. Si hacemos un símil con el proceso de duelo, es necesario estar un tiempo en ese dolor, darse espacio para llorar y enfadarse, pero tampoco es saludable quedarse toda la vida de luto.

Permanecer en el victimismo suponer no haber terminado el proceso de empoderamiento; es preciso dar un paso adelante y aprender a cuidarse de uno mismo y no vivir anclado al dolor de pasado.

Una persona que ha sufrido agravio en su pasado, puede pretender pasarse la vida lamentándose y esperando ser recompensada por su sufrimiento. Es preciso revisar y poner conciencia en este patrón de funcionamiento ya que es probable que no esté siendo consciente de esta forma de comportarse. Esperar que la comprensión y la compasión llegue de fuera, promueve la dependencia y no desarrolla el autoapoyo.

Normalmente, la persona que se queda anclada en el victimismo se ha sentido abandonada en la infancia y arrastra este dolor de manera intensa (para que el miedo al abandono aparezca no es preciso que haya habido un abandono real, es suficiente con que el niño o la niña lo haya sentido). Para superar ese sentimiento de desamparo se precisa de una toma de conciencia de cómo se ha establecido y de cómo se mantiene ese patrón de funcionamiento para que aminore el dolor y no le arrastre.

Cuando se ha sentido abandono en la infancia, cualquier cosa que lleve a sentir esa sensación se convierte en un gran dolor. El desamparo y angustia que provoca el abandono en la niñez es difícil de hacer que desaparezca y en la adultez esa terrible angustia se actualiza cada vez que aparece una situación que, aunque no sea realmente abandónica, provoque un enganche con aquella emoción del pasado.

Por ejemplo: para una persona muy sensible a sentirse abandonada, el hecho de no ser invitada a una celebración puede provocar una reacción emocional desproporcionada para la situación concreta. Ante un estímulo que puede entenderse como molesto, la no invitación, la emoción que aparece es antigua, es aquella del abandono en la infancia. Este dolor que tiene más que ver con la historia emocional de la persona que con la situación concreta actual, hace que sea incapaz de soportar la frustración y/o analizar otras razones para la no invitación.
Para entender la angustia que siente una criatura, debemos considerar que en la infancia el abandono supondría la muerte; de forma que cuando en la adultez se reaviva esa emoción se activa un mecanismo de supervivencia que imposibilita ver más allá del propio miedo.

El hecho de estar tan en contacto con el propio dolor imposibilita empatizar, desaparece la posibilidad de ver al otro. Desde la atención a su herida se siente con derecho a que el entorno le esté continuamente cuidando y atendiendo, con la paradoja de que nunca lo que recibe le es suficiente, ya que el agujero emocional es tan grande que nada lo llena.

Por lo cual el trabajo personal consiste en tomar conciencia de que el dolor proviene de su propia carencia y no tanto de lo que ahora le hacen los demás. Para reforzar su autoestima debe mirar hacia dentro, haciéndose consciente de sus capacidades, dejando de buscar siempre el refuerzo en la mirada exterior. “Soy una persona adulta y tengo recursos para cuidarme”.

Si no hay conciencia de este vacío, el nivel de exigencia con el entorno puede provocar que éste se canse y se produzca la fantasía temida, el abandono; con lo cual se vuelve a abrir la herida, confirmándose la hipótesis de que siempre le abandonan y no haciéndose cargo de su responsabilidad.

POLARIDAD VÍCTIMA-LUCHADOR

Como siempre que se plantea un análisis de la conducta desde las polaridades, la idea es ampliar la gama de posibles respuestas entre los dos extremos en función de la situación a la que nos enfrentamos. En el caso de esta polaridad sería darse permiso a estar en la queja y a darse pena y también de pelearse por lo propio; valorando toda la gama de grises entre el blanco y el negro.

A veces, quedarse en el victimismo tiene que ver con no darse permiso a desarrollar su polaridad peleona. Las minorías asumen fácilmente su estatus de inferioridad, se permiten quejarse pero no pelearse ni luchar. El proceso de socialización tradicional y conservador se encarga de que aquellas personas que salen de la norma vayan asumiendo su condición marginal y besen la mano de su verdugo. Cuando no existen cauces para canalizar esa rabia solemos tender a soterrarla, sin ser conscientes de su existencia ni del daño que provoca contenerla en nuestro interior.

La rabia es una emoción llena de energía, de tal manera que si la reconocemos en nuestro interior nos lleva a actuar. Darse cuenta del enfado y hacerlo explicito puede ayudar a superar la resignación de la víctima, que debe encontrar formas para su expresión que le resulten adaptativas y coherentes con su código de valores.

INFANCIA HERIDA

“De todas las cosas que nos asustan, el temor a ser expulsado fuera del flujo de la interacción humana es seguramente el peor. No hay duda de que somos animales sociales, únicamente en compañía de otras personas nos sentimos completos”. M. Csikszentmihalyi.

Insisto en que una de las mayores dificultades a la hora de afrontar con normalidad la homosexualidad consiste en revisar la herida sangrante no atendida durante la infancia.

Planteo imaginar a esa personita que se siente ignorada, vejada, ridiculizada, hasta agredida físicamente y que se da cuenta que a su alrededor todo el mundo hace oídos sordos a su dolor.

Puede decirse que todos los estamentos sociales se alían para negar su existencia; y lo más lesivo es que su propia familia se hace cómplice del ostracismo a que se somete a esta personita que no encaja en el modelo establecido.

Parece que su entorno prefiere no ver como esa personita va creciendo con el sufrimiento de sentirse anormal, sin modelos ni referentes. Supongo que lo hacen para no tener que asumir o aceptar lo que hay o con la esperanza de que al ignorar esa tendencia vaya a esfumarse, como si fuese una conducta que desaparece al no prestarle atención.

Se me ocurre el símil de que un niño tenga un clavo atravesándole la pierna y todas las personas de su entorno, que por otra parte le quieren mucho, hiciesen como que no ven como se va infectando la herida.

Esta situación crea una gran sensación de desamparo, indefensión y perplejidad en el niño; ya que esa gente que tanto le quiere no ve o no quiere ver, no da importancia, no atiende, elude el hecho de que hay algo que está afectando al niño y que hay que atender.

De forma que este niño va aprendiendo a llevar en soledad ese clavo en su pierna; desarrollando un apego inseguro y desconfiado, llegando a negar su propio dolor al cual nadie da legitimidad, desconectándose de sus propias sensaciones y emociones, riéndose de sí mismo, siendo excesivamente complacencia para ser aceptado, autoagrediéndose ya que se avergüenza de sí mismo y se siente culpable.

Así, esas personas que tanto le quieren, consiguen también disociarse para no tener que preocuparse de ese dolor que no saben o no quieren afrontar, con lo cual la herida se va infectando más y más.

Recordemos que las minorías sexuales son las únicas minorías que además de ser susceptibles de sufrir marginación social no encuentra referentes ni consuelo en su propia familia.

Así, en el caso de que la familia de origen tome la clásica actitud de no reconocer a la persona en su totalidad y de forma, explícita o implícita, le obligue a renunciar a una parte fundamental de su identidad la única solución para mantener la coherencia interna y, por tanto, la salud mental es buscar apoyo en grupos afines.

De aquí, vuelvo a insistir, la gran importancia de crear una fuerte comunidad que de referentes y apoyo socio-afectivo a las personas que, todavía hoy, no encuentran reconocimiento en su entorno familiar.

Tanto el marica o lesbiana insultada como la que vive su homosexualidad en secreto necesita que su herida sea atendida terapéuticamente, es una herida muy específica y desoída. Una herida que precisa de un espacio especialmente protegido para mostrarse y este espacio es el de sus iguales.

Para recuperar nuestra fuerza, primero tenemos que atender esa herida; volver a nuestra infancia y atender a esa personita sufriente que está en nuestro interior, revivir ese sufrimiento para darnos cuenta que podemos soportarlo.

Cuando soltamos las defensas construidas para evitar que ese miedo y vergüenza se sigan escenificando, nos damos cuenta de que tenemos más recursos de los que suponíamos, la grata sorpresa es que como personas adultas podemos cuidarnos nosotras mismas y también podemos buscar cuidado en lugares seguros, buscar esos espacios para compartir y aprender a confiar.

Además, cuando dejamos de dedicar toda la energía en estar a la defensiva, baja la ansiedad y el acceso al mundo emocional es más fluido; esto nos va a permitir acercarnos al mundo con más confianza y amor.

También hace posible recuperar partes bonitas de la infancia que igual habíamos olvidado, porque cuando nos cerramos a los sentimientos y emociones para no sufrir, nos cerramos a todas, a las positivas y negativas. La misma coraza que construimos para defendernos de los golpes también nos aleja de los abrazos.

Ahora, podemos recoger la parte positiva de la experiencia vivida, esa parte que nos ha hecho fuertes. Respetar la propia historia, crecer cuidando la herida y buscar apoyo donde se pueda encontrar nos hace supervivientes con fuerza para luchar y poder sacar lo mejor de la vida, porque tenemos recursos para autocuidarnos.

PSICOTERAPIA GESTALT

A la psicoterapia gestalt le dedicaré un apartado especial por ser el enfoque desde el que llevo formándome y trabajando los últimos 20 años.

La psicoterapia gestalt aborda la psicopatología partiendo de la idea holística del ser humano, es decir, teniendo en cuenta tanto lo físico, psíquico, social como espiritual; percibe al ser humano como una totalidad, pretende desarrollar la conciencia y ampliar la gama de comportamientos posibles del individuo.

Es un proceso de descubrimiento y aprendizaje personal que facilita la aceptación y recuperación de partes de la persona que se han ido negando y abandonando a lo largo de la vida. Es un camino hacia la coherencia, para vivir en armonía entre el sentir, pensar y hacer.
Este enfoque centra la atención en la conducta presente y exige la participación activa del terapeuta. Es una terapia existencial, porque habla del ser y no del tener.

Se distingue de otros enfoques por la diferencia que establece entre descripción y experiencia; en la práctica, esta diferenciación exige la expresión activa de lo que uno es y no la mera descripción. Cuando el paciente dice “me siento triste”, se le ayuda a que viva la tristeza lo más intensamente posible, sólo así podremos logar los cambios cualitativos necesarios. Para la terapia gestalt experimentar es más importante que interpretar. El corazón del proceso terapéutico es la experiencia; después viene la toma de conciencia de lo que ha sucedido.

El trabajo psicoterapéutico se centra en averiguar junto con el cliente, qué formas de pensamiento y de contacto consigo mismo y con el entorno le han llevado a desarrollar una patología determinada (depresión, ansiedad, fobias, adicciones, etc.) o un grado de sufrimiento tan grande alto como para interferir en su vida cotidiana.

Se revisa la historia del paciente para entender como se ha construido su personalidad, los patrones de funcionamiento que ha ido desarrollando para manejarse en la vida en la relación con las demás personas.
Estos patrones tienen que ver mucho con la relación con la familia en la infancia. Durante la infancia la persona busca ser querida por sus cuidadores, utilizando aquellos recursos disponibles que intuye le resultan eficaces en ese fin. Esta utilización de recursos se hace de forma inconsciente y de alguna manera resultan vitales, ya que el hecho de que el niño o la niña sean atendidos condiciona su supervivencia.

Así, este comportamiento se va convirtiendo en un patrón identitario: el uso de las características temperamentales para adaptarse al propio medio sociofamiliar acaba por definir a la persona (portarse bien, hacer travesuras, se convierte en una identidad: ser buena, ser traviesa).
Este patrón se queda tan pegado a la piel que cuando la persona precisa utilizar diferentes estrategias resulta imposible, ya que ponen en cuestión la propia identidad.

Muchas veces, este es el momento de hacer terapia, cuando es preciso aumentar la gama de respuestas ante las situaciones que se plantean en la vida. No es que los recursos que tengo no sean válidos, lo que sucede es que no sirven para todas las situaciones y es preciso ampliar la gama de respuestas.

Se acompaña y ayuda en el darse cuenta de estos patrones, ampliando la conciencia de sí mismo a partir de lo que siente, por medio de técnicas y ejercicios de contacto en el aquí y ahora. Partiendo de las situaciones conflictivas que plantea la persona en el momento presente se va desentrañando su modo de proceder, observando comportamientos que resultan contraproducentes y/o que fueron adaptativos y ahora ya no lo son.

Para sentir y experimentar el aquí y el ahora se trabaja desde las sensaciones, con la experiencia que el paciente recibe a través de los sentidos. Esta experiencia está condicionada por el pasado, contiene el recuerdo y las experiencias anteriores que influyen y determinan lo que sucede en el presente. Y también forman parte de ese presente las fantasías, las anticipaciones y los proyectos de futuro.

Se trabaja teniendo en cuenta que pasado y futuro están determinando el presente. Se suele decir, que la persona que está pasando por una depresión mira demasiado al pasado (duelos, añoranzas, lo que pudo ser y no fue,…) y que la ansiedad está condicionada por una excesiva preocupación o atención al futuro.

Y esto que sucede en el instante presente es, fundamentalmente, una experiencia de contacto. El individuo puede existir únicamente en un campo ambiental, ya que es imposible ser totalmente autosuficiente. La naturaleza de la relación entre él y su ambiente determina su conducta.

El estudio del modo como el ser humano funciona en su ambiente es el estudio de aquello que ocurre en el límite de contacto entre el individuo y su ambiente. La persona que puede vivir en un contacto significativo con su sociedad, sin ser tragado completamente por ella y sin retirarse completamente de ella, es la persona bien integrada, estableciendo un equilibrio entre sus necesidades personales y las exigencias de la sociedad.

El desbalance surge cuando el individuo y el grupo experimentan, simultáneamente, necesidades diferentes y el individuo es incapaz de distinguir cuál es la necesidad dominante.
El neurótico no puede ver claramente sus propias necesidades y, por lo tanto, no las puede satisfacer. En contraste, el psicópata no puede ver las necesidades de los demás.

El contacto y la retirada, en su forma rítmica, son nuestros medios de satisfacer nuestras necesidades, consiste en un proceso continuo de movimiento, de oscilación entre yo y el otro. El modo en que la persona se mueve en estos dos polos constituye un eje fundamental del darse cuenta; aquí se cuestiona la forma de poner límites, si aparece culpa al hacerlo, los miedos en la relación, el permiso de expresar lo que uno siente y piensa, como se afronta la soledad, si se vive la relación como algo fusional, la empatía hacia el otro, si se está en función de las necesidades y deseos del otro o más en contacto con las propias,…
Casi podemos resumir el proceso terapeútico en observar como la persona contacta consigo misma y con el exterior.

En la terapia gestalt el cliente aprende a utilizar el “darse cuenta” de sí mismo a nivel corporal, afectivo y mental de una forma integrada. El aquí y el ahora es una experiencia completa que concierne al organismo en su totalidad. Aprendiendo a enfocar el darse cuenta descubre lo que es y lo que no es. Toma conciencia de lo que fue y evita caer únicamente en el ideal de lo que puede llegar a ser, lo que no ha sido aún. Aprende a confiar en sí mismo; obteniendo así el desarrollo óptimo de su personalidad, dándose soporte a sí mismo.

La persona nace con una sola meta: actualizarse y llegar a ser tal como es; para la gestalt una persona sana es aquella que se desarrolla de forma permanente y sin trabas afrontando con conciencia y responsabilidad la cadena de situaciones que aparecen en la vida.

Para acceder a las razones profundas del comportamiento, a la toma de conciencia de cómo y para qué se hacen las cosas, es preciso indagar en el mundo emocional, ya que son las emociones las que nos indican lo que es importante para la persona, donde se encuentran sus necesidades y deseos.

Se trabaja con la experiencia del propio paciente, con lo que acontece en su vida en ese momento. El terapeuta va a poner frente al paciente aquello que no puede ver, apoyando las conductas saludables y confrontándole con aquellas manipuladoras y falsas, con el objeto final de que se responsabilice como adulto y actúe para el cambio.

Utilizamos diferentes técnicas proyectivas para facilitar el darse cuenta, se pretende despistar la parte más controladora y racional para favorecer que aflore la parte más emocional e inconsciente, dándose cuenta el paciente de aspectos que reprime de forma no intencionada. En esta línea podemos utilizar técnicas de psicodrama, fantasías dirigidas, expresión plástica de las emociones, observación del lenguaje corporal, conversaciones entre partes polares del propio individuo o con personas con las que tenga asuntos pendientes que cerrar, etc.

Estos ejercicios pueden resultar absurdos a la personas que empiecen a relacionarse con este enfoque terapeútico, pero es justamente en esta aparente falta de lógica donde reside su fortaleza ya que es en este juego donde la persona relaja sus defensas y aflora el contenido inconsciente que está determinando la conducta.

Resumiendo, el objetivo de la gestalt, implica la transición de recibir soporte del medio a darse soporte a uno mismo. En otras palabras, pasar de ser dependiente a ser independiente. Para Perls el ideal de darse soporte a sí mismo consiste en ser capaz de sostenerse completamente sobre sus propios pies. No obstante, debe existir un equilibrio entre darse soporte a sí mismo y recibir soporte de los demás. La persona decide su propio equilibrio, la proporción que necesita de cada tipo de soporte. Para Laura Perls el objetivo de la terapia es establecer y desarrollar un estilo; esto es, una forma integrada e integradora de expresarse y actuar.

PSICOTERAPIAS

En este artículo me voy a referir a las principales corrientes que existen en psicología para proporcionar una orientación sobre como los diferentes enfoques abordan la psicoterapia.

La psicoterapia es la relación que se establece entre un profesional preparado en el proceso de facilitar el cambio psicológico y una persona que en un momento de su vida precisa de ese apoyo y acompañamiento dirigió a tomar conciencia de cómo y para qué hace las cosas.

Esta definición general engloba un mundo de dificultades por las que puede pasar la persona y una gran variedad de forma de afrontarlas. Así los paradigmas desde donde se desarrolla esta profesión son bastante variados. Si tenemos en cuenta que todavía el conocimiento del sistema nervioso y su funcionamiento es muy limitado el abordaje de lo que ahí sucede está abierto a muchas especulaciones. Así nos movemos entre corrientes que solo contemplan aquello que está demostrado científicamente hasta otras más filosóficas basadas en reflexiones subjetivas; el máximo exponente de este tratamiento acientífico de lo psicológico lo representarían las diferentes religiones.

Desde mi punto de vista, mientras observamos como avanzan la neuropsicología, la química y la biología, necesitaremos recurrir a métodos y técnicas que, no estando totalmente demostrados empíricamente, funcionan fenomenológicamente, es decir, sirven en el tratamiento de la persona que sufre. Siempre y cuando no caigamos en la manipulación y el engaño y vaya dirigido a que la persona que en ese momento ejerce como paciente/cliente tome conciencia y se haga responsable de su forma de proceder.

PSICOANÁLISIS

La hipótesis fundamental es que los trastornos mentales, e incluso algunos físicos, no se deben a lesiones orgánicas en el cerebro o en cualquier otra parte del cuerpo, como hasta entonces la medicina y la psiquiatría habían supuesto, sino que eran originadas por un bloqueo psíquico, generalmente de carácter sexual, ocasionado en la infancia y latente en el inconsciente.

El psicoanálisis, fundado por Sigmund Freud a finales del siglo XIX, ha sido la gran fuerza integradora de la psicología hasta la década de los 50. Constituyó una teoría revolucionaria de la naturaleza humana y aportó una perspectiva nueva que esclareció muchas conductas hasta entonces totalmente incomprensibles.

La terapia psicoanalítica consistía, en hacer revivir al paciente los hechos traumáticos de la infancia, mediante La asociación libre, la interpretación de los sueños y el análisis de los actos fallidos para así descargar una energía que no había encontrado cauce de expresión.

Generalmente, el paciente permanece acostado y sin contacto visual con el terapeuta. El terapeuta se coloca detrás manteniendo en una actitud neutra, “atención flotante”, que consiste en escuchar de forma atenta pero plana las asociaciones que vaya haciendo el paciente.

CONDUCTISMO

Esta teoría psicológica, surge en gran medida como contraposición a la metodología psicoanalítica. Su pretensión es convertir a la psicología en una ciencia experimental, dominada por el positivismo.

El positivismo representa los fundamentos filosóficos de una revolución científica que estaba cambiando la concepción decimonónica del ser humano y su mundo. Rechazaba cualquier especulación que sonase a poderes trascendentales o esencias ocultas. Acepta como reales únicamente aquellas teorías que pueden comprobarse.

Para la psicología conductista, la persona al nacer es una tabla rasa, una pizarra limpia sobre la que escribe la experiencia. Aspiraba a ser capaz de predecir la respuesta de la persona ante un estímulo determinado; ser capaz, de conocer el estimulo que ha producido una reacción.

Por lo cual, el estudio se centra pura y simplemente en el comportamiento observable; hace hincapié en los hechos objetivos (estímulos y respuestas), dándoles prioridad sobre los aspectos puramente personales y subjetivos de la conciencia.

Sus técnicas son muy concretas y se centran en la desadaptación de los hábitos adquiridos, ya que consideran que todo es resultado del aprendizaje y que no existe nada previo en el ser humano que pueda influir en su comportamiento; no tienen en consideración las estructuras profundas de la personalidad que pudieron originar dichos trastornos.

Se utilizan técnicas de modificación de conducta enfocadas en superar el síntoma. No atienden al origen del conflicto, ya que no consideran relevante lo que pueda suceder a nivel intrapsíquico detrás de un determinado comportamiento.

TERAPIAS COGNITIVAS

Réplica a la insatisfacción que suscitaba el conductismo radical, la psicología cognitiva supone la superación de las teorías clásicas. No se puede considerar el organismo como una tabla rasa; ante un estímulo determinado no todo el mundo reacciona igual, ya que existen una gran cantidad de variables personales (bio-psico-sociales) que determinan respuestas individuales.

Así, esta corriente psicológica se preocupa del estudio de los procesos mentales y como estos determinan la conducta; al igual que el conductismo se basa en el método científico y rechaza a la introspección característica del psicoanálisis.

Desde la psicología cognitiva aparecen varios tipos de terapias, las más conocidas son la terapia racional emotiva de Ellis y la terapia cognitiva de Beck. Estas terapias se centran en la reestructuración cognitiva y el desarrollo de competencias de afrontamiento y de solución de problemas, atendiendo a las ideas irracionales y distorsiones cognitivas. En este abordaje terapéutico también es reseñable la importancia que da al componente psicopedagógico, facilitando recursos externos a la terapia para que la persona evolucione en su autoapoyo.

CORRIENTES HUMANISTAS

El humanismo en psicología se fundamenta en las teorías de Rogers y Maslow. El enfoque humanista valora la autenticidad, el ser genuino y abierto a uno mismo y a los demás. Existe profunda confianza en la capacidad de la persona para crecer y realizarse. Se pretende hacer aflorar la energía vital, constructiva, sana, que existe en cada persona y que únicamente espera condiciones favorables para manifestarse.

A lo largo de la década de los 60 aparecen una infinidad de centros, principalmente en California, que recogen la antorcha de estos autores. Todos tienen en común la actitud de rebeldía frente a la fragmentación del ser humano, y la deshumanización de sus relaciones con sus semejantes. Se produce un cuestionamiento de la forma de vida norteamericana por parte de la juventud de las clases medias. No sienten la urgencia de prevenir el futuro, sino de vivir el presente. Se trata de encontrar una nueva forma de vida sencilla, libre y sin las tensiones alienantes de una sociedad hipócrita.

En cuanto al modo de abordaje terapéutico, la idea general de las terapias humanistas tiene que ver con reforzar las cualidades positivas del paciente para que llegue a la aceptación y amor hacia sí mismo, como condición fundamental para lograr la consideración de los demás.
Para Rogers la relación terapéutica se basa en asesorar o acompañar más que en la idea de curar a alguien. Se plantea como un proceso de crecimiento personal no vinculado necesariamente a la psicopatología. Se trata de comprender a la persona desde una aceptación incondicional y convertirse en el espejo de su expresión para que ella se vaya conociendo y aceptando.

La dificultad principal de la psicología humanista está en la falta de fundamentación teórica y metodológica; estamos ante una amplia gama de técnicas disponibles que la experiencia demuestra que funcionan pero no ha establecido una estrategia para evaluar lo que ofrece. Actualmente se va dedicando atención a validar las técnicas y los resultados obtenidos con la psicoterapia humanista.

Dentro del enfoque humanista nos encontramos con diferentes tipos de terapia. Podemos decir que estas terapias comparten principios generales y que se diferencian en técnicas y estrategias específicas que utilizan.

Entre las más significativas estarían: psicoterapia gestalt, terapias corporales, terapia de enfoque sistémico, terapia existencial, terapia de las necesidades humanas, psicología transpersonal y análisis transaccional.

A la psicoterapia gestalt dedico un capítulo específico por ser el paradigma del que he trabajado y formado durante más tiempo.

EMOCIONES

Para conocer hacia donde queremos ir debemos escuchar a nuestra emoción, para saber cómo hacerlo haremos caso a la razón.
El ser humano civilizado con el ansia de enfatizar su parte racional y mostrar una clara distancia con formas de vida humana más viscerales y con el resto de especies animales, ha pretendido desatender a la parte emocional y visceral.
Resulta que esa parte más emocional y visceral a la cual se pretende ningunear es la que suele marcar el devenir de la historia, muchas veces desgraciadamente.

Con esto quiero decir que estas fuerzas de la naturaleza están marcando en gran medida nuestra forma de actuar y que es preciso que las escuchamos y conozcamos, que recojamos la información que nos están dando sobre nuestros más íntimos deseos para luego, ya, pasando por la razón decidamos que hacer con ellos.

Cualquier emoción que no podemos expresar no va a desaparecer, se expresará por algún síntoma. Una emoción no expresada nos la tragamos, no desaparecen. Son mensajeras de algo.
Entonces, el tomar conciencia de lo que necesitamos o deseamos, que no es lo mismo, no implica necesariamente que hagamos caso a ese deseo. Significa que sabemos lo que queremos, no nos autoengañamos y en función de las circunstancias y en un ejercicio de responsabilidad tomamos una decisión de forma coherente con nosotros mismos.

Buscamos coherencia entre lo que sentimos, pensamos y hacemos.
Incluso me atrevería a decir que está coherencia nos proporciona serenidad y por tanto cierta cota de felicidad.

Consideramos emociones básicas el miedo, la ira, la tristeza, la alegría y la compasión.
Podríamos decir que esas cinco emociones son innatas, no aprendidas, que sentimos todos en todas las edades.
Las emociones secundarias serían combinaciones que aprendemos durante toda la vida y les llamaríamos sentimientos cuando tienen un componente cognitivo, por ejemplo la vergüenza o la culpa, son emoción más pensamiento-juicio.

Otras emociones serían: asco, felicidad, amor, envidia, curiosidad, sorpresa,…

El miedo avisa de que hay un posible peligro real y nos lleva a ponernos a salvo, a protegernos. Es una función importante para nuestra supervivencia. Puede resultar tan problemático negar su existencia como dejarnos paralizar por él.

El enfado tiene la función de defensa. Nos predispone a conectar con nuestra fuerza y nos proporciona energía para pasar a la acción.

La tristeza hace como un pegamento relacional, en el sentido de lo vincular. Si no sintiésemos tristeza al perder estaríamos afectando nuestro vínculo. Como animales relacionales tiene que ver con el soltar lo tóxico. Una energía que nos orienta hacia fuera. Una energía que nos lleva a replegarnos, a vivir el dolor y la tristeza.

La compasión, el afecto, se relaciona con sentir ternura, empatía, tratarnos a nosotras mismas con amabilidad, no tratarnos de forma severa. No tiene que ver con que todo vale ni hacernos víctimas, ni a los demás.

La alegría es una expansión, compartir, nos indica que vamos por el buen camino. Tiene que ver con el entusiasmo. Nos carga la alegría de la vida.

RESPIRACION Y RELAJACION

Respiración impresionismo americano

AUDIO RESPIRACIÓN

 

AUDIO RELAJACIÓ MUSCULAR

 

El uso de técnicas de respiración y relajación nos ayuda a aliviar la ansiedad, permitiendo que afloren las emociones contenidas mediante de la tensión muscular que la acompañan.

Con el fin de que las personas interesadas puedan practicar estas disciplinas he editado dos audios que pueden servir para iniciarse. El primer audio se centra en la respiración y el segundo en la relajación muscular.

A continuación se presenta una explicación de lo que se puede encontrar en cada audio, de manera que haya un conocimiento previo antes de enfrentarse a las sesiones prácticas.

RESPIRACIÓN

Para preparar la práctica del audio, haré una pequeña explicación sobre la respiración. En primer lugar algo muy obvio pero que no solemos tener presente, si no respiro me muero. Si estoy tenso no respiro, si no respiro me tenso. Así se puede decir que una respiración leve aleja de la vida y quita vitalidad.

Para que la respiración sea profunda y relajante es preciso utilizar la mayor capacidad posible de los pulmones, haciendo que el movimiento de inspiración y espiración sea lo más amplio posible.
Para aumentar nuestra capacidad pulmonar haremos prácticas con respiración torácica y abdominal.

A nivel emocional, la respiración torácica nos puede llevar a hacia la alegría, tristeza, compasión, afecto, melancolía y la respiración abdominal se vincula con la visceralidad, con la ira y el miedo, el movimiento consciente del abdomen nos puede ayudar a sacar una parte agresiva, que bien utilizada nos proporciona fuerza y vitalidad.

Por otra parte, esta técnica puede servir para hacer parada de pensamiento. En muchas ocasiones nos cuesta poner freno a fantasías y pensamientos involuntarios y obsesivos que invaden nuestra mente y que no sabemos parar; una manera de intentar controlarlos consiste en atender a la respiración; al concentrarnos activamente en el flujo del aire por nuestro cuerpo limitamos la alteración que nos provocan esos pensamientos intrusivos.

RESPIRACIÓN TORÁCICA

En una posición cómoda y relajada, tumbados. Nuestra atención debe centrarse ahora en la región media de los pulmones, en el pecho, en nuestras costillas. En la práctica con la respiración torácica, vamos a procurar que el abdomen no se mueva. Para ello podemos poner una mano sobre el pecho y otra sobre el abdomen (podemos hacer esta actividad en pareja, de manera que la persona que acompaña es la que pone las manos sobre la que hace la práctica para ayudarle y acompañarle).

Inspiración: llenamos la región media inspirando profundamente, sacando pecho, nos ayudamos llevando un poco los hombros hacia atrás. Mantenemos dilatado nuestro tórax.

Espiración: soltamos el aire por la boca, empujando hasta que los pulmones quedan completamente vacíos, observamos como las costillas descienden, el pecho se hunde.

Al hacer este ejercicio podemos notar cierto mareo consecuencia de haber oxigenado nuestro cerebro más de lo habitual; si es así, respiramos a nuestro ritmo habitual y cuando nos levantemos lo hacemos de lado y muy lentamente, el mareo pasará enseguida.

También puede suceder que al respirar profundo, relajando pecho y garganta, se escape alguna emoción, puede que entre cierta congoja o se produzca ganas de llorar, esto tiene una explicación: al dejar de utilizar la tensión muscular para evitar que salga la emoción, pues ésta sale. La idea es ir perdiendo miedo a la emoción.

RESPIRACIÓN ABDOMINAL

Tras haber practicado la respiración torácica vamos a practicar la abdominal para así poder conseguir una utilización plena de los pulmones. Tenemos que centrarnos en el abdomen.

En la misma posición tumbada vamos llevamos la atención al abdomen, seguimos con una mano sobre el abdomen y otra sobre el pecho. En esta práctica el tórax no se debe mover, al centrarnos en el abdomen será la mano que está sobre esta parte del cuerpo la que subirá cuando tomamos aire y descenderá al expulsarlo.

Inspiración: para que el aire llegue a la parte baja de los pulmones, el diafragma (que separa los pulmones de las vísceras que se encuentran en el abdomen) debe descender, empujando la tripa hacia fuera.
Como mover el diafragma directamente es complicado, lo que hacemos es que al tomar aire empujamos el abdomen hacia fuera, así desciende el diafragma, dejando espacio para que entre el aire hasta la profundidad de los pulmones.

Espiración: para ayudar a expulsar el aire, lo que hacemos es contraer el abdomen, meter tripa, llevar el ombligo hacia dentro, hasta que notemos que no queda aire en nuestro cuerpo. Procuraremos que la espiración se lenta y continua.

La respiración abdominal es ante todo un magnífico relajante del cuerpo y la mente. Produce un masaje continuo a los órganos abdominales, facilitando la circulación sanguínea y la distensión de los músculos de la zona, contribuye a dotar a la respiración de amplitud, relajación y ritmo. Conviene practicar hasta que nuestro cuerpo se acostumbre dados los beneficios que lleva consigo.

RESPIRACIÓN COMPLETA

Relajación 2Con respiración completa me refiero a combinar la respiración costal o torácica con la respiración abdominal. Para hacer esta respiración profunda, primero empujamos el abdomen hacia fuera para que se pueda llenar de aire la parte baja de los pulmones, luego sacamos pecho para llenar toda la zona alta de los pulmones. Podemos ayudarnos también echando un poco los hombros hacia atrás para que el aire llegue hasta la punta alta de los pulmones. Sostenemos un momento los pulmones a tope de aire.

Al soltar el aire hacemos al revés, primero bajamos el pecho para vaciar la parte alta y después metiendo tripa, ayudamos al diafragma a expulsar los últimos restos de aire. Insisto en el ritmo lento y continuo tanto a inspirar como al espirar.

RELAJACIÓN MUSCULAR

Este audio se basa en el modelo de relajación muscular progresiva de Jakobson; considera que ya que la tensión muscular acompaña a la ansiedad, ésta se puede reducir aprendiendo a relajar la tensión muscular.

Técnicamente consiste en ir tensando y relajando grupos musculares. La práctica se basa en el principio de que al tensar de forma consciente e intensa un músculo, éste no podrá sostener tanta tensión y tenderá a relajarse.

A la vez, ayuda a tomar conciencia de las partes del cuerpo donde acumulo tensión. Esta tensión tendría la función inconsciente de evitar el contacto con la emoción. Como explicaba en el artículo referente a la coraza muscular de W. Reich, sirve para contener emociones que no quiero o no puedo expresar, sobre todo rabia y tristeza.

Para poner en práctica la relajación que planteo en este segundo audio, es conveniente haber practicado con las técnicas de respiración, ya que al combinar la respiración relajante con el trabajo tensional sobre los músculos se consigue una relajación más profunda y una mayor conciencia del estado corporal.

CENTROS DE ENERGIA

Centros de energía

Reich introdujo la idea de que cada individuo crea unas anillas transversales de tensión que se manifiestan con contracturas crónicas de la musculatura profunda. Estas tensiones o bloqueos, que cumplen una función de “armadura” se han generado como mecanismos de defensa frente a experiencias de vida angustiosas.

Estas anillas de tensión se relacionan con zonas de inervación de la medula espinal a diferentes zonas del cuerpo y se corresponden con lo que la tradición hinduista conoce como chakras; enraizando así la teoría de los anillos corporales con la filosofía hinduista.

Según esta idea existen siete segmentos en el cuerpo donde tienen lugar tensiones musculares o bloqueos y cada segmento está relacionado con unos sentimientos concretos.

El uso de este paradigma (no demostrado científicamente pero muy útil desde un punto de vista práctico) para intervenir terapeúticamente consiste en observar donde se produce el bloqueo para inferir con que emociones existen dificultades y así procurar la liberación de este bloqueo mediante diversas formas expresivas.

La observación del cuerpo siguiendo los diferentes centros de energía (su localización y características se desarrollan al final del artículo) nos da pistas sobre si el bloqueo y la dificultad tiene que ver con el autoapoyo, con la sexualidad, con la gestión de ira, con la relación con la tristeza y alegría, con la expresión de las emociones, con el control mental o la relación con los demás.

Así, la coraza muscular coincide físicamente con los centros cardiaco y laríngeo que se relacionan con los sentimientos de vulnerabilidad, afecto, alegría y tristeza y su libre expresión.

Centros energía 2A partir de la relación entre chakras y coraza muscular se plantean los objetivos para el desarrollo armónico de los diferentes aspectos de la persona, representados en los siete centros de energía localizados a lo largo de la columna vertebral:
Centro bajo, centro lumbo sacro, centro vegetativo, centro cardiaco, centro laríngeo, centro mental, centro espiritual.

A continuación se exponen las características más relevantes de los siete centros de energía:

CENTRO BAJO
Localizado en el perineo, entre los genitales y el ano.
Nos conecta directamente con la tierra, con las raíces; ocuparse de este centro es atender a la casa, la conservación, el estar. Se libera trabajando con la pisada y la fuerza en las piernas.
Se le asigna el color rojo.

CENTRO LUMBO SACRO
Se localiza a la altura del coxis, tras los genitales.
Tiene que ver con la energía excretora, el agua, los fluidos del cuerpo, el movimiento, la sexualidad, la sensualidad. Se libera moviendo la pelvis y la cadera.
Se le asigna el color naranja.

CENTRO VEGETATIVO
Situado ligeramente por debajo del plexo solar, sobre el ombligo.
Las emociones más viscerales se sienten en este lugar de nuestro cuerpo: el miedo, la rabia, también la fuerza y el poder personal. Se libera mediante la respiración abdominal y el grito.
Se le asigna el color amarillo.

CENTRO CARDIACO
Localizado en el centro de nuestro pecho, corresponde al plexo cardíaco.
Es el centro más emocional; nos conecta más íntimamente con nuestra vulnerabilidad, con el afecto, con la alegría y la tristeza. Representa el contacto con el mundo exterior, con el poder sentir compasión hacia todos los demás seres y hacia una misma. Se libera con respiración torácica y aflojando la garganta.
Se le asigna el color verde hierba.

CENTRO LARINGEO
Localizado a la altura de la garganta, en la vértebra que sobresale en el cuello.
Es un centro de control del flujo emociones. Cuando está tenso impide la libre expresión y creatividad. Se libera soltando la voz y relajando los músculos de mandíbula y cuello.
Color azul cielo.

CENTRO MENTAL
Situado en el entrecejo, en el centro de la cabeza.
Es el centro del conocimiento. Pensamiento más abstracto y filosófico. Se relaja la actividad mental mediante técnicas de parada de pensamiento.
Se le asigna el color azul noche.

CENTRO ESPIRITUAL
En la coronilla, en la cima de nuestra cabeza.
Tiene que ver con la parte más espiritual, con la conexión con el universo más allá de las diferencias individuales. Supone liberarse de la mirada egocéntrica.
Una luz morada.

Así, la atención a estos centros de energía puede servir como diagnóstico y como tratamiento. Mediante la observación de cada zona corporal se puede inferir el bloqueo que puede existir y, a su vez, la intervención corporal en esas zonas ayuda a liberar esos bloqueos.

CORAZA MUSCULAR

corazón de hierro 7

La coraza muscular hace referencia a la tensión que se acumula en los músculos de la zona torácica, hombros y cuello y que impide el libre fluir de las emociones.

Según indica W. Reich, esta tensión muscular se va conformando poco a poco y de forma inconsciente para defendernos de las emociones desagradables; cuando los sentimientos se experimentan como algo doloroso o amenazante los intentamos suprimir tensionando músculos específicos.

Funcionaría a modo de mecanismo de defensa, de tal forma que, ante una situación que provoca dolor, la persona aprieta y tensa para no sentirlo. Sería el mismo mecanismo que ponemos en funcionamiento cuando no queremos que brote la emoción al ver una película o escuchar una canción, con la diferencia que la construcción de la coraza evoluciona paulatinamente y de forma inconsciente.

Ante cada situación dolorosa de la vida, la persona se va endureciendo para no sentir y este endurecimiento se refleja en el cuerpo mediante la tensión muscular que se va instaurando poco a poco.

Así, la actitud corporal estaría relacionada con la gestión emocional; cuando el sentir se hace demasiado duro para la persona, ésta va intentado dejar de hacerlo disociándose de sus emociones, es un mecanismo inconsciente para evitar el sufrimiento “si no siento, no sufro”. En este caso, la forma de no sentir es mediante un hipercontrol mental y una negación de los mensajes del cuerpo.

Coraza 4Esta construcción de la coraza se refleja claramente en el famoso libro “El caballero de la armadura oxidada”; ante el dolor emocional la persona va endureciendo su cuerpo para no sentirlo, pero al alejarse de las emociones dolorosas también se cierra a las placenteras, ya que el bloqueo emocional no es selectivo y cuando se endurece la piel para no sentir el dolor, tampoco se siente el calor de la caricia.

La instauración de este mecanismo impide también que recojamos información de lo que nos está sucediendo y así poder intervenir de forma adecuada. Si la persona no es consciente de lo que siente ante una situación determinada, carece de una información relevante para tomar decisiones respecto a cómo satisfacer sus necesidades y deseos.

Cuando acceder a lo que sentimos resulta complicado, el observar el cuerpo nos puede dar pistas de lo que nos está sucediendo. La atención a las sensaciones físicas que acompañan a las emociones nos puede ayudar a acceder a éstas.

Por ejemplo: si una persona está apretando la garganta, tensa los hombros, no mueve el pecho al respirar y abre mucho los ojos se puedo imaginar que está sosteniendo algo parecido a la tristeza y que está evitando el lagrimeo. También, si observamos que la persona está apretando puños o mandíbula, puede dar pistas de que está conteniendo algo de ira o rabia.

TERAPIAS CORPORALES

Las terapias corporales se centran en hacer conscientes y movilizar las emociones mediante la atención e intervención en el cuerpo.

La terapia corporal de Wilhelm Reich se basa en el análisis del carácter de la persona a través de su actitud corporal, atendiendo a las tensiones crónicas musculares como barreras defensivas o resistencias hacia una posible experiencia emocional desagradable.

La intervención consiste en presionar suavemente los músculos tensionados para facilitar la respiración y dejar fluir aquellos sentimientos reprimidos inconscientemente, pudiendo evocar imágenes, emociones o recuerdos olvidados. Esta movilización también puede hacerse mediante respiraciones profundas que movilizan la musculatura del pecho y cuello.

Alexander Lowen desde la terapia bioenergética, plantea como objetivo de la terapia ayudar a que la persona se exprese para poder restaurar el fluir de los sentimientos alienados en el cuerpo; para lo cual utiliza técnicas relacionadas con la respiración, masajes, posturas y movilización de puntos tensos del cuerpo.
Para este autor, la salud es tener consciencia de lo que se siente y dejar fluir las emociones sin tener que defenderse ni avergonzarse.

DESBLOQUEO DE LA CORAZA MUSCULAR

Siguiendo el planteamiento de las terapias corporales, la forma de desbloquear la coraza muscular es a través de la respiración, de los masajes y los cambios posturales.

Se puede empezar utilizando estímulos que provoquen una emoción que no conecte directamente con la propia historia personal. El tomar conciencia de que forma de expresión nos conmueve (música, cine, pintura,…) pueden servir como puerta de acceso al mundo emocional.

La práctica consiste en estar atento al estímulo potencialmente emocional al mismo tiempo que se hace respiración torácica amplia. Normalmente, cuando hay resistencia a conectar con el sentimiento, la persona tiende a evitar que estas dos acciones coincidan; bien deja de atender al estímulo emocionante o deja de respirar como mecanismo inconsciente de evitación.

Hay que tener en cuenta que la persona que se enfrenta a su coraza tiene mucho miedo al mundo de las emociones. De hecho, se construye esa coraza por el sufrimiento que provoca sentir.
Por lo tanto, hay que observar si la persona está en condiciones de ir arriesgando en su apertura y si está preparada para ir bajando la defensa. Es habitual que cuando la persona empieza a tener conflicto con un mecanismo defensivo es porque los efectos positivos que tenía van disminuyendo frente a los perjuicios o trabas que provoca, esa tensión que le defendía del dolor se ha convertido en una enemiga que le impide disfrutar del sentir y del contacto con las otras personal.

Conforme se practica con respiración y relajación de pecho, hombros y garganta, se va perdiendo el miedo a sentir; la persona se da cuenta de que tiene recursos para afrontar sus emociones y que éstas no le arrastran a un mundo de sufrimiento, sino que al revés, le ayuda a relajarse y disfrutar de sentir.

Una vez se ha desbloqueado el acceso al sentimiento, se pueden ir revisando acontecimientos vitales que en su momento no se pudieron afrontar por el dolor que provocaban y que según la persona va creciendo es capaz de observar, con tristeza pero sin desgarro.

Esa coraza construida para esconder la fragilidad deja de tener sentido cuando somos capaces de aceptar nuestra vulnerabilidad y podemos convivir con ella. Una vez más el trabajo va en dirección de abrirse al amor y a la compasión con uno mismo y los demás.