Oscar Bendicho
El concepto de autoestima se refiere a la valoración que la persona tiene hacia ella misma y está determinada por la imagen que se ha construido; se basa en la capacidad de quererse y apreciarse. Lo que piensa y siente sobre sí misma, el grado de satisfacción que tiene con su propio ser.
El concepto de sí mismo se va formando gradualmente a través del tiempo y de las experiencias vividas por el sujeto. La valoración que una persona tiene de sí está determinada por las opiniones, estima y valoración de las personas socialmente relevantes y su historia personal de éxitos y fracasos.
Cuando definimos el nivel de autoestima de una persona, analizamos diferentes dimensiones de ésta, ya que una persona puede tener una buena imagen de sí misma en un aspecto determinado y baja en otro. Todas las personas nos sentimos más seguras en unos aspectos de nuestro ser que en otros y si se equilibran, la imagen queda a salvo. El saber en qué aspectos una persona se siente más insegura sirve para focalizar la intervención.
DIMENSIONES DE LA AUTOESTIMA
Dimensión física: se refiere a la valoración del propio cuerpo desde el atractivo y la belleza.
Dimensión social: tiene que ver con sentir aceptación o rechazo por los iguales, sentirse parte del grupo, tomar la iniciativa en las relaciones, saber solucionar conflictos y en general relacionarse con otras personas del propio sexo u opuesto.
Dimensión afectiva: se refiere a la autopercepción de las características de personalidad, como conecta con sus emociones y regula sus impulsos, adecuándose a las relaciones sociales.
Dimensión académica: alude a la percepción de su capacidad para enfrentar con éxito las situaciones de aprendizaje, sentirse inteligente, creativo y constante.
Dimensión ética: tiene que ver con la imagen que tiene la persona sobre los valores y normas que rigen su vida; si estos no coinciden con los de su grupo de referencia es posible que tenga mala imagen sobre su moralidad y que le provoque vergüenza y culpa.
FORMAS DE EXPRESIÓN DE LA AUTOESTIMA POSITIVA
Actitud de confianza y seguridad. Capacidad de autocontrol. Autorregulación de los impulsos. Integración entre lo que siente, piensa y hace. Flexibilidad. Aceptación de los demás. Autonomía personal. Toma de iniciativa en el contacto social. Comunicación clara y directa. Actitud empática. Actitud de compromiso, optimista en relación con sus posibilidades. Se esfuerza y es constante. Cuando se equivoca es capaz de reconocerlo. Su actitud es creativa.
FORMAS DE EXPRESIÓN DE LA BAJA AUTOESTIMA
Actitud excesivamente quejumbrosa y crítica. Necesidad compulsiva de llamar la atención. Necesidad imperiosa de ganar. Actitud inhibida y poco sociable. Temor excesivo a equivocarse. Actitud insegura. Ánimo triste. Actitud perfeccionista. Actitud desafiante y agresiva. Actitud derrotista. Necesidad compulsiva de aprobación. Sentimiento de que los demás no le valoran. Fácilmente influenciable. Sentimiento de frustración e impotencia. Actitud defensiva.
APOYO-FRUSTRACIÓN
El concepto de autoestima está muy ligado al contexto social; en una sociedad tan narcisista como la nuestra, en la cual todos creemos poder alcanzar las metas que nos propongamos, es fácil que nos sintamos decepcionados al ver que no se cumplen las expectativas que tenemos para nosotros mismos. Así, si los parámetros de referencia son muy altos podemos sentir frustración al ver que no se cumplen.
La polaridad apoyo – frustración, representa el territorio en que debemos movernos para construir una autoestima ajustada.
Para comenzar, sería bueno no crear ni poner tantas expectativas en los niños y niñas para que no se decepcionen ni sientan que decepcionan a sus adultos.
Cuando el apoyo es extremo se produce una sobreprotección que impide desarrollar recursos para valerse por uno mismo (podemos construir una alta pero falsa autoestima que puede quedar desgarrada al enfrentarse a la realidad).
Así según el niño y la niña van creciendo es preciso dejarles que vayan desarrollando sus propios recursos, que se enfrenten a los límites y aprendan a tolerar la frustración; cuando los adultos establecen límites desde el cuidado y el amor se favorece la construcción una buena imagen de una misma asentada sobre la realidad.
SOCIALIZACIÓN DE MINORÍAS SEXUALES Y AUTOESTIMA
Si nos fijamos en cómo ha sido este apoyo en las personas homosexuales nos damos cuenta que normalmente es escaso en cuando a su orientación o identidad afectivo-sexual. Es verdad que la niña o el niño ha podido ser querido, atendida y valorado en varias dimensiones de su personalidad, pero no en lo referente a este aspecto fundamental de su identidad.
Gota a gota se va censurado y desvalorizando todo aquello que no cumple los mandatos de género que rigen nuestra cultura; el niño y la niña se da cuenta de que las cosas que hace y, lo que es más grave para su autoestima, lo que es, está mal.
Así, si un niño mariquita hace unos peinados preciosos a sus amiguitas no se le valorará como si lo hiciese una niña, más bien provocará tensión y vergüenza en su entorno y se intentará que dirija su habilidad hacia actividades de género más coherentes con su sexo; la terrible paradoja es que la personita vive sus capacidades con vergüenza y culpa.
Una vez más la primera intervención es socio política, revisar y cuestionar los valores en que se ha educado la persona, que es lo bueno y lo malo y porque cambia su validez según lo haga una persona u otra. Los mandatos del sistema heteropatriarcal consiguen que la persona que no se encuadre dentro del esquema no se acepte a sí misma, considerándose no válida, aceptando el lugar de exclusión e invisibilidad que el marco normativo le asigna.
Los espacios que ayudan a mejorar la imagen de una misma son aquellos en lo que encuentras amistad, confianza, aprecio, colaboración, creatividad, ayuda y compromiso. Es precioso rebelarse y afirmarse interna y/o externamente a lo establecido para poder sobrevivir con dignidad.
En el proceso de reforzar la autoestima, debemos revisar la propia imagen, muchas veces anclada en momentos de sufrimiento, de espacial aislamiento o rechazo por parte de los demás. Esa imagen precisa una revisión, tanto a nivel psicológico como físico.
Mirar la propia infancia y adolescencia desde la persona adulta con comprensión y compasión hacia mi; pensar en actividades en las cuales yo era bueno de niño, pero que como estaban mal vistas en los niños de mi sexo no las hacía; recordar esas cosas vergonzantes para poder recuperarlas, reforzarlas, reencontrarnos con habilidades abandonadas; en resumen recuperar y legitimar gustos y aficiones.