Los celos son una emoción intensa aún en los adultos que resulta más perturbadora para l@s más pequeñ@s, porque no saben qué es lo que los ha lastimado.
Se puede hacer mucho para disminuirlos y ayudar al niñ@ a convertirlos en otros sentimientos menos dolorosos y más constructivos. Si llega a comprender que no hay motivo para temer tanto a un rival, esto fortalece su carácter, de tal manera que estará en mejores condiciones de afrontar situaciones de rivalidad en la vida, en el trabajo y en el hogar.
Una inmensa mayoría de l@s pequeñ@s, reaccionan a la llegada de un bebé, anhelando volver a ser bebés. Por supuesto, la familia debe permitir que su amor por el bebé resulte evidente. Pero deben otorgar al mayor, la oportunidad de sentirse orgullos@ de su madurez, y de recordar que el hecho de ser bebé tiene muchas desventajas.
Una de las maneras por medio de las cuales un niñ@ pequeñ@ trata de superar el dolor de tener un rival más joven, consiste en actuar como si él/ella ya no fuera un niñ@, como si fuera un tercer padre o madre.
La familia pueden estimular al niñ@ a transformar, en realidad, sus sentimientos de rencor, en otros deseos de colaborar y de altruismo legítimo.
Por lo corriente, la sensación de ser dejado de lado tiende a ser experimentada por el primer hij@, cuando llega el/la segund@, porque está habituad@ a ser el centro de atención, y no tiene práctica en compartir con otros el afecto de su familia.
Para un/a niñ@, es bueno saber por anticipado que tendrá un hermano o una hermana, de modo que pueda habituarse un poco. Es suficiente que sepa que va a llegar a la casa una nueva personita; comentarle que está creciendo dentro de la madre o que va a llegar de fuera (según sea el caso). Es difícil explicarle demasiado a una persona menor de 2 años; las explicaciones se deben adaptar a su edad con el objeto de trasmitirle tranquilidad respecto al cambio.
La llegada del bebé debe cambiar lo menos posible la vida del niñ@. Es conveniente hacer todos los cambios posibles, varios meses antes. Si asistirá a una escuela, debería comenzar un par de meses antes. Nada provoca tanto rechazo en un/a niñ@ hacia la escuela como la sensación de que se le envía allí para sacarlo de en medio.
En las primeras semanas, se debe tener el tacto de dejar un poco de lado al nuevo bebé. Trate de atenderlo mientras el/la mayor no esté presente, siempre que sea posible y dedicando atención al niñ@ mayor.
A veces se ve a un/a niñ@ pequeñ@, celos@, que se vuelve ensimismad@. Se encuentra preocupad@ por su hermanit@. Seguramente se encuentre molest@, pero no puede admitirlo, ni siquiera para sí mism@. Este niñ@ necesita aun más apoyo que aquel que sabe con exactitud lo que le perturba.
Es reconfortante cuando el/la pequeñ@ le demuestra amor al bebé, pero ello no significa que deban ignorarse los celos. Pueden manifestarse de maneras indirectas, o sólo bajo circunstancias especiales.
Sus sentimientos se encuentran mezclados. Es sabio admitir que siempre existe algo de celos y algo de afecto, aunque ninguno de estos sentimientos aparezca en la superficie. La cuestión no consiste en ignorar los celos, ni en tratar de forzar a suprimirlos, o hacer que el niño se avergüence demasiado de ellos, sino en ayudar a que se manifiesten con fuerza los sentimientos de afecto.
Existen tres objetivos: proteger al bebé, demostrar al niñ@ que no le permitirán poner en práctica acciones violentas que expresen sus celos, y afirmarle que su familia le sigue queriendo.
Si el/la niñ@ tiene éxito en mostrarse cruel con el bebé, esto le hará sentirse más culpable y turbado en su interior. Si, en una situación semejante, puede comprender que sus padres aceptan sus sentimientos de ira (no sus acciones) y que todavía lo aman, es la mejor prueba de que no necesita preocuparse.
El/la niñ@ que se vuelva triste a causa de los celos, por ser de naturaleza más sensible e introvertida, necesita cariño, afirmación, e impulsarlo a manifestarse, más aún que el que expresa sus sentimientos por medio de la violencia.
Si los celos recrudecen, sólo en el momento en que el bebé es lo bastante crecido como para arrebatarle al mayor sus juguetes, resultará muy conveniente darle un cuarto para él/ella, donde pueda sentir que él/ella, sus juguetes y sus construcciones, están a salvo de interferencias.
No es conveniente forzar al niñ@ a compartir sus juguetes con el bebé. La generosidad auténtica, debe provenir de adentro, y una persona necesita sentirse antes segura y amada. Obligar a un niñ@ a compartir sus posesiones cuando se siente inseguro y egoísta, refuerza dichos sentimientos y los hace más duraderos.
Hablando en términos generales, los celos hacia el bebé son más fuertes en l@s niñ@s menores de 5 años, porque dependen más de sus madres y padres y tienen menos intereses fuera del círculo familiar. Sin embargo, sería un error pensar que los celos no existen en el/la niñ@ mayor.
En ocasiones, las familias concienzudas se preocupan tanto respecto de los celos y se esfuerzan tanto por prevenirlos, que hacen sentir al mayor más inseguro, en lugar de menos. Los padres deberían emplear tanto tacto como fuera posible hacia el/la hij@ mayor, pero no afligirse ni disculparse.
Los nuevos bebés, también necesitan atención y afecto. Pero durante los primeros días, ellos duermen bastante, y son pocos los momentos del día en que estén disponibles para recibir cariños. Esto se ajusta a la necesidad del mayor, es en los primeros días cuando necesita más demostración de afecto. Si se actúa bien, desde el comienzo, poco a poco se acostumbrará al bebé, y perderá su temor. Para el momento en que el bebé necesite la atención completa de la familia, el/la hij@ mayor se sentirá lo bastante segur@ como para permitirlo.
Es casi inevitable que exista algo de celos, y si no son demasiado graves, es probable que ello ayude a l@s niñ@s a crecer más tolerantes, independientes y generosos. En un sentido general, cuanto mejor se lleven los padres uno con otro, y con l@s hij@s, menos celos existirán. Cuanto menos comparaciones se establezcan entre hermanos y hermanas, sean elogiosos o no, será mejor. En general, resulta eficaz que los padres se mantengan al margen de la mayoría de las peleas entre l@s niñ@s, que pueden solucionarlas por sí sol@s.
Si resulta preciso que la madre o el padre deban detener una pelea, con el propósito de salvaguardarlos, o de evitar que se cometa una injusticia, o bien para restaurar la paz, en su propio beneficio; es preferible, simplemente, pedir que terminen las hostilidades, rehusar escuchar explicaciones, actuar en forma desinteresada en la discriminación (a menos que resulte bastante evidente que uno de l@s niñ@s fue culpable, con claridad), concentrarse en lo que debe hacerse en adelante, y dejar que lo pasado se olvide. En algún caso, pueden sugerir, en forma sencilla pero firme, que se establezca un compromiso; en otro, distraer a l@s niñ@s con una nueva ocupación. O bien, l@s niñ@s pueden ser separad@s, y cada uno enviad@ a un lugar neutral, no demasiado interesante.
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