La coraza muscular hace referencia a la tensión que se acumula en los músculos de la zona torácica, hombros y cuello y que impide el libre fluir de las emociones.
Según indica W. Reich, esta tensión muscular se va conformando poco a poco y de forma inconsciente para defendernos de las emociones desagradables; cuando los sentimientos se experimentan como algo doloroso o amenazante los intentamos suprimir tensionando músculos específicos.
Funcionaría a modo de mecanismo de defensa, de tal forma que, ante una situación que provoca dolor, la persona aprieta y tensa para no sentirlo. Sería el mismo mecanismo que ponemos en funcionamiento cuando no queremos que brote la emoción al ver una película o escuchar una canción, con la diferencia que la construcción de la coraza evoluciona paulatinamente y de forma inconsciente.
Ante cada situación dolorosa de la vida, la persona se va endureciendo para no sentir y este endurecimiento se refleja en el cuerpo mediante la tensión muscular que se va instaurando poco a poco.
Así, la actitud corporal estaría relacionada con la gestión emocional; cuando el sentir se hace demasiado duro para la persona, ésta va intentado dejar de hacerlo disociándose de sus emociones, es un mecanismo inconsciente para evitar el sufrimiento “si no siento, no sufro”. En este caso, la forma de no sentir es mediante un hipercontrol mental y una negación de los mensajes del cuerpo.
Esta construcción de la coraza se refleja claramente en el famoso libro “El caballero de la armadura oxidada”; ante el dolor emocional la persona va endureciendo su cuerpo para no sentirlo, pero al alejarse de las emociones dolorosas también se cierra a las placenteras, ya que el bloqueo emocional no es selectivo y cuando se endurece la piel para no sentir el dolor, tampoco se siente el calor de la caricia.
La instauración de este mecanismo impide también que recojamos información de lo que nos está sucediendo y así poder intervenir de forma adecuada. Si la persona no es consciente de lo que siente ante una situación determinada, carece de una información relevante para tomar decisiones respecto a cómo satisfacer sus necesidades y deseos.
Cuando acceder a lo que sentimos resulta complicado, el observar el cuerpo nos puede dar pistas de lo que nos está sucediendo. La atención a las sensaciones físicas que acompañan a las emociones nos puede ayudar a acceder a éstas.
Por ejemplo: si una persona está apretando la garganta, tensa los hombros, no mueve el pecho al respirar y abre mucho los ojos se puedo imaginar que está sosteniendo algo parecido a la tristeza y que está evitando el lagrimeo. También, si observamos que la persona está apretando puños o mandíbula, puede dar pistas de que está conteniendo algo de ira o rabia.
TERAPIAS CORPORALES
Las terapias corporales se centran en hacer conscientes y movilizar las emociones mediante la atención e intervención en el cuerpo.
La terapia corporal de Wilhelm Reich se basa en el análisis del carácter de la persona a través de su actitud corporal, atendiendo a las tensiones crónicas musculares como barreras defensivas o resistencias hacia una posible experiencia emocional desagradable.
La intervención consiste en presionar suavemente los músculos tensionados para facilitar la respiración y dejar fluir aquellos sentimientos reprimidos inconscientemente, pudiendo evocar imágenes, emociones o recuerdos olvidados. Esta movilización también puede hacerse mediante respiraciones profundas que movilizan la musculatura del pecho y cuello.
Alexander Lowen desde la terapia bioenergética, plantea como objetivo de la terapia ayudar a que la persona se exprese para poder restaurar el fluir de los sentimientos alienados en el cuerpo; para lo cual utiliza técnicas relacionadas con la respiración, masajes, posturas y movilización de puntos tensos del cuerpo.
Para este autor, la salud es tener consciencia de lo que se siente y dejar fluir las emociones sin tener que defenderse ni avergonzarse.
DESBLOQUEO DE LA CORAZA MUSCULAR
Siguiendo el planteamiento de las terapias corporales, la forma de desbloquear la coraza muscular es a través de la respiración, de los masajes y los cambios posturales.
Se puede empezar utilizando estímulos que provoquen una emoción que no conecte directamente con la propia historia personal. El tomar conciencia de que forma de expresión nos conmueve (música, cine, pintura,…) pueden servir como puerta de acceso al mundo emocional.
La práctica consiste en estar atento al estímulo potencialmente emocional al mismo tiempo que se hace respiración torácica amplia. Normalmente, cuando hay resistencia a conectar con el sentimiento, la persona tiende a evitar que estas dos acciones coincidan; bien deja de atender al estímulo emocionante o deja de respirar como mecanismo inconsciente de evitación.
Hay que tener en cuenta que la persona que se enfrenta a su coraza tiene mucho miedo al mundo de las emociones. De hecho, se construye esa coraza por el sufrimiento que provoca sentir.
Por lo tanto, hay que observar si la persona está en condiciones de ir arriesgando en su apertura y si está preparada para ir bajando la defensa. Es habitual que cuando la persona empieza a tener conflicto con un mecanismo defensivo es porque los efectos positivos que tenía van disminuyendo frente a los perjuicios o trabas que provoca, esa tensión que le defendía del dolor se ha convertido en una enemiga que le impide disfrutar del sentir y del contacto con las otras personal.
Conforme se practica con respiración y relajación de pecho, hombros y garganta, se va perdiendo el miedo a sentir; la persona se da cuenta de que tiene recursos para afrontar sus emociones y que éstas no le arrastran a un mundo de sufrimiento, sino que al revés, le ayuda a relajarse y disfrutar de sentir.
Una vez se ha desbloqueado el acceso al sentimiento, se pueden ir revisando acontecimientos vitales que en su momento no se pudieron afrontar por el dolor que provocaban y que según la persona va creciendo es capaz de observar, con tristeza pero sin desgarro.
Esa coraza construida para esconder la fragilidad deja de tener sentido cuando somos capaces de aceptar nuestra vulnerabilidad y podemos convivir con ella. Una vez más el trabajo va en dirección de abrirse al amor y a la compasión con uno mismo y los demás.
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