YO NO NACI PARA AMAR

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Como dice la canción de Juan Gabriel, hay personas que crecen sintiendo que el tema de la pareja no está hecho para ellas; alguien que se ve fuera del sistema de relaciones habitual (chica-chico se buscan) interioriza la idea de que el tema del amor y la pareja no le va a tocar.

 Algo que en la mayoría de los heterosexuales se vive como normal, como parte del proceso de desarrollo vital (tendré pareja y formaré una familia), entre las personas que forman parte del colectivo LGTB aparece muchas veces como algo imposible; de modo que cuando nos damos el permiso a vislumbrar que eso puede ser real también para nosotros nos parece increíble.

 Durante mucho tiempo la opción de un amor romántico ha sido invisibilizada, no teniendo acceso a modelos de referencia.

Si nos fijamos en el cine,  que es un instrumento de gran alcance en nuestra época para transmitir valores y modelos de comportamiento, vemos que hasta hace bien poco todas las personas homosexuales que aparecían (más hombres que mujeres, y sin espacio para la transexualidad) acababan bastante mal, fomentando la idea de que la homosexualidad solo puede llevar al sufrimiento, la maldad y la locura.

 Por eso creo que es fundamental que desde todos los medios posibles se transmitan modelo de relación y de vida positivos para nuestros adolescentes. Es de agradecer que se hagan bonitas y románticas películas de amor que animen y den alegría y esperanza de una vida feliz para las nuevas generaciones.

 Muchas veces, cuando después de grandes esfuerzos decidimos compartir lo obvio con la familia  (primero se hacen los locos, luego lo “aceptan“, más bien se lo comen); suele darse una sutil tendencia a dirigirnos o condenarnos a la soltería.

 Si suele costar aceptar la “declaración” de homosexualidad, aún les cuesta más vernos como sujetos sexuales que mantienen relaciones con personas del mismo sexo; eso ya entra menos en sus cabezas y en general, apoyan bastante poco las posibilidades de tener parejas.

 Aunque a nivel formal es cierto que en poco tiempo las cosas han cambiado muchísimo, hay que tener en cuenta que hay formas sutiles de homofobia que siguen actuando y condicionando la vida de las personas LGT.

 Respecto al tema que estamos tratando es interesante observar la reacción, el espacio, la valoración, la aceptación, ante una pareja del mismo sexo,  si lo comparamos con el que se daría a una pareja del sexo opuesto (cenas, celebraciones familiares, visitas al hogar familiar, comentarios a amistades, etc., etc., y etc.). Obviamente, el esfuerzo que se hace por integrar esta persona en la familia no suele ser el mismo.

 De hecho, parece que el lugar más adaptativo que nuestra sociedad nos ha dejado es la Iglesia (lo cual choca con la actitud de ésta hacia la homosexualidad); es el refugio natural para hombres y mujeres que no van a optar por una vida en pareja heterosexual dedicada a procrear y a los que se quiere ver y/o convertir en asexuados.

 Desde la carencia, la necesidad y adoración por el amor romántico aumenta; como en todo, cuando alguien cree que no va a tener acceso a algo más lo idealiza y lo desea, … y más está dispuesto a dar.

 Así, cuando alguien cree imposible el amor (no cuenta el amor a la humanidad que nos ofrece la religión) y consigue acariciarlo, puede que se sienta tan agradecido por ese pedacito de felicidad que lo de todo;

 Aquí aparece un nuevo peligro, esta idealización del amor y el miedo a perder lo que parecía imposible d conseguir, puede hacer a la persona que ama muy vulnerable respecto a la persona o personas en las cuales deposita su amor.

 En el momento que pongo mi felicidad en manos de otra persona le doy un excesivo poder y puedo caer en una dependencia ciega que puede también llevar al sufrimiento.

 La idea es buscar relaciones afectivo-sexuales desde una posición de mayor seguridad en uno mismo, no tanto desde esa necesidad que hace a la persona dependiente.

No soy media naranja buscando otra media, soy una naranja entera que puedo sostenerme sola, y que prefiero estar con otra/s naranja/s.

 Si me siento más seguro, idealizo menos a los otros y los bajo del pedestal.

Aprender a quererme para querer desde la igualdad.

Aprender a estar solo para no caer en la dependencia absoluta.